Biota, un ejemplo a seguir en la agricultura del siglo XXI

La localidad cincovillesa se encuentra a la cabeza de una agricultura moderna, sostenible y rentable, debido a la transformación de 1.300 hectáreas de regadío por aspersión en la zona de Monte Saso

Pasar de unas tierras en decadencia a producir una de las medias más altas de regadío en España es lo que ha sucedido en la localidad cincovillesa de Biota (Zaragoza) después de transformar los regadíos ya obsoletos en unos modernos y, por supuesto, rentables.

De coger “3.000 kilógramos de cebada por hectárea a coger una media de 16.000 kilógramos de maíz a 14 grados de humedad”, según señala el presidente de la Cooperativa Monte Saso de Biota, Alfonso Laborda, es un cambio importante, que no solo da rentabilidad económica, sino que ayuda a fijar población debido a la creación de empleo: “En estos momentos hay cuatro personas fijas trabajando y periódicamente, en época de poda y cosecha, la cifra asciende en torno a las dieciséis personas”, continua Laborda.

Asimismo, la cooperativa comercializadora del municipio, Virgen del Rosario, también se ha beneficiado de los resultados aumentando considerablemente sus ventas.

La transformación del monte comenzó a principios del siglo XXI, con la primera votación de los partícipes de la Comunidad Monte Saso, proclamándose vencedora la opción de innovar las tierras, fue en ese momento cuando se constituyó Monte Saso Sociedad Cooperativa, encargada de administrar y llevar adelante el proyecto.

Por mediación de la Comunidad de Regantes del Canal de las Bardenas se contactó con la Sociedad Mercantil Estatal de Infraestructuras Agrarias (SEIASA), que se encargó de la obra general “por un valor de 7,6 millones de euros”, como la instalación de la estación de bombeo, balsa de riego, transportar la luz al monte o establecer tuberías de presión, poco después se hizo lo mismo con la Sociedad de Infraestructuras Rurales Aragonesa S.A.U. (SIRASA), quién diseñó los caminos y el soterramiento de acequias o escorrentías, finalmente el amueblamiento de las parcelas (pívots, coberturas y goteos ) “por valor de tres millones de euros. La totalidad de la obra se realizó en un plazo de 12 meses”, según apunta Laborda.

Se crearon 38 parcelas regadas por pívots, cubriendo un total de 850 hectáreas, se instalaron aspersores en una superficie de 260 hectáreas y 120 hectáreas fueron a goteo, en las que actualmente se riegan almendros.

Desde la primera votación hasta la primera recogida de maíz, en 2010, transcurrieron cinco años. Objetivo “más que cumplido”, indica el presidente de la Cooperativa Monte Saso.

En un principio, la Cooperativa Monte Saso contaba con 332 socios, a causa del despoblamiento que se inició en la década de los 90 y a la falta de relevo generacional, actualmente cuenta con 240, de los cuales alrededor de 30 son agricultores en activo.

Cada siete años la Cooperativa sortea las parcelas entre los socios que quieran cultivarlas, haciéndose cargo ella misma de los gastos de energía y amortización de la obra.

Actualmente Monte Saso cultiva directamente 350 hectáreas (100 de almendros y 250 de maíz, girasol, guisantes, judías, habas, etc.), se trata de la tierra que no se cubre con las peticiones de los socios, a causa del envejecimiento de la población y falta de relevo generacional.

“Se prevé que en siete años la cifra de hectárea que cultiva la Cooperativa aumente considerablemente, hasta que al final toda la totalidad del monte sea gestionado por ella”, debido a las causas antes mencionadas, apostilla Laborda.

Otro de los factores beneficiosos ha sido el descenso del consumo de agua, pues en el periodo anterior a la obra el gasto se contabilizaba en 14.000 metros cúbicos, y ahora ha disminuido hasta llegar a los 6.500 metros cúbicos, desapareciendo así las restricciones impuestas en la década de los 90, quizás la más dura para quien trabajase en el campo.

Un monte con historia

En 1881 los vecinos de Biota compraron Monte Saso, con una superficie de 1.400 hectáreas de bosque y carrasca, a Don José Rolando y Landaburu (descendiente del vizconde de Biota), para aprovechar la leña de los árboles y destinar la tierra a los pastos.

Con la creación de la Comunidad Monte Saso se administraron las tierras, haciéndose cumplir todos los estatutos internos para el buen funcionamiento de la finca durante los últimos cien años.

Ya a principios del siglo XX se roturó la finca, creándose parcelas de dos hectáreas para la explotación agrícola y reparto entre sus partícipes.

Con la construcción del Embalse de Yesa y el Canal de las Bardenas durante la década de los 50, el agua regó todas las Cinco Villas, entre las que se encuentra Biota. Por tanto, las entonces tierras de secano pasaron a ser de regadío, trazándose acequias, responsables de la llegada del agua a cada parcela y del inicio de los años dorados del monte.

Tal era el esplendor durante la década de los años 60 y 70, que ya en los entrados años 80 se sembraron hortícolas, como pimientos y tomates, a parte del maíz y la remolacha de las décadas anteriores.

Con la despoblación, la falta de agua y sus posteriores restricciones y la lacra del relevo generacional, la década de los 90 estuvo marcada por la decadencia agrícola, dejándose de cultivar gran parte de la tierra destinada a los cereales de verano, como el maíz, además de la producción hortícola, anegada con la disminución de la mano de obra.

Los regadíos quedaron obsoletos, debido a regarse a pie durante más de cuarenta años con una tierra no nivelada, lo que provocó que la tierra se lavara quedando estéril. El hecho se observó en la producción, que se redujo considerablemente, hasta el punto de que muchas parcelas se abandonaron por la falta de rentabilidad.

Al avistar la terrible situación del Monte Saso, un grupo de jóvenes y con ganas de transformar la agricultura del pueblo y sus regadíos iniciaron los trabajos de transformación a unos regadíos modernos y rentables.

Diez años más tarde, con la primera cosecha en 2010, los problemas habían sido solventados con creces.

Tanto el monte, como Biota y sus gentes, dedicadas desde siempre al campo y sus trabajos, han resurgido al apostar por modernizar sus fincas, innovar en tecnología y trabajar por lo que para ellos es vida.

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